RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 24 de abril de 2024

LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES


 LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES.

 

 

            Fue un veinticinco de abril cuando se barruntaron en Portugal los primeros signos de rebeldía ante dictados políticos que impedían el desarrollo humano de los seres que habitaban tan bello lugar; fue en Lisboa cuando simularon algunos jóvenes haberse convertido en donantes de claveles obtenidos de una floristería cercana donde tuvieron que esconderse del acoso policial. Ocurrió que el dictado dejó de existir como tal y se acordaron nuevas formas de entender la vida de los portugueses. Los claveles fueron el olor del cambio.

            Quizá no encuentre en la reciente historia de este mundo hecho tan significativamente poético que, a la vez, modificara la estructura de un estado; fue llamada “revolución de los claveles” que por recordarse hoy la traemos a este virtual papel en blanco para considerarnos proyectados en aquella ilusión.

 

            Ramón Llanes. 

SI ME PREGUNTAS


 SI ME PREGUNTAS.


            Si me preguntas qué sueño tuve anoche podré contarte cuatro de ellos, en ninguno estaba la guerra, en todos estaba la gente que se manifestaba contra la posibilidad de la existencia de una guerra. Y era gente de postín, ese tipo de gente tan sencilla y tan hermosa como las flores que gusta de oler, vivir, amar y emocionarse pero son contraria a los conflictos. No se trata de cualquier tipo de gente, son gente sensible, pacífica, libre. Gente de andar por casa sin miedo a que el vecino venga a robarte los libros ¿sabes?, este tipo de gente.

            Si me preguntas con quién estuve ayer, te diré que hice lo de todos los días, una conversación sabrosa con los amigos en aquella bodega de la esquina donde ponen una exquisita manzanilla. Y hablamos de lo de siempre, en la clave de humor de siempre, con el sol que nos acompaña estos últimos días y mirando arder el día y mirando a los amigos. Se nos fue el rato y nos fuimos a casa con un nuevo sentido en el paladar.

            Si me preguntas qué haré esta tarde, te diré que he quedado con el informático para que me vea algo del ordenador, no puedo dejar de escribir todas las cosas que se me vienen a la memoria y disfrutar contándolas. Y luego haré hogar y lectura, como siempre. Queda tiempo para la palabra, en casa la usamos a menudo y con frecuencia diaria, la adornamos, la mimamos, la protegemos.

            Si me preguntas por la vida te diré que no observo que la máquina esta de mi país este, supere los traumas y los dolores, parece que debe estar con intervenciones quirúrgicas cada día, en debido reposo, con anestesias, con rehabilitación constante. Podrás preguntarme cuanto quieras pero tráeme la voz esa de la parte de ahí, de lo que amamos y así hacemos para el fin de semana caluroso una sombra de palabras que más nos agasaje. Y luego ya veremos.

 

 

                                                     Ramón Llanes. 

martes, 23 de abril de 2024

CIGÜEÑAS

  

 

CIGUEÑAS.

 

 

Ya no se van las cigüeñas en otoño para volver al campanario por San Blas, se quedan mudas en el confort de las primeras horas del invierno soportando el templo frío y las peinadas acacias chorreando hojillas por los suelos. Qué les habrá inducido a permanecer, quién hostigaría antaño la presencia para que emigraran a cúpulas más templadas. Qué pensarán ahora las cigüeñas, que a tanto les notamos, que a tanto les percibimos, envueltas, a veces, solo por el pararrayos torcido, por la espadaña descalada, por el rumor.

Las cigüeñas son de nosotros en el aire y en los charcos, nacen y se reproducen a cuenta de nuestra inagotable naturaleza y viven a pulso de equilibrista en la continuación de la altura a la que nunca llegamos y nos ayudan a mirar hacia arriba; y nos observan y sueñan que somos suyos, y nos redimen de la distracción en las homilías de mayo y en los egregios libros que las nombran. Las cigüeñas han montado su guardia y su cuartel en esta esquina del sur por temor a la pérdida de la alta alcoba, sudan y se mecen entre ramas secas y, al igual anuncian que erramos o caemos. Por eso son del tiempo nuestro las cigüeñas, solapadas y contrarias a los remolinos y al espasmo.

Están contemplando cementos y céspedes y solo vinieron a procrear, a dominar naturalmente el medio al que se deben  y después una más allá que no pasará de una mirada traviesa, una mancha blanca en la puerta de la iglesia, un levantar alas y muchas dormidas a pie cojito, sin tambalear ni cimbrearse a costa del de la depresión o el mal humor.

Cuando se vayan otra vez las cigüeñas en otoño y los campanarios se duerman de aburridos a nadie despertará la campana y a solo esquila de luto tocará en los ocasos. Líricamente el tejado necesita a la cigüeña como ella al tejado, emocionalmente también se atraen, nada les impide seguir acompañándose pero nunca descifra el lugar escogido, será su único misterio. Mas la cigüeña colabora en el equilibrio de la naturaleza nuestra, a veces en exceso, y agota de ratoncillos y roedores los poblados estercoleros que se prodigan. Quizá por ayudar, permanecen atentas a la función de equilibrar y nadie lo agradece.

Otra vez que se vayan las cigüeñas en otoño, dejará de ser otoño, o las estaciones se habrán prolongado, como dicen, y los campos tendrán paciencia para más crianzas y sonará una melodía de ausencias de blanco y negro, de zancudos y picos largos y los púlpitos sobrarán de mudez y los crepúsculos serán de color rojo amarillo sin figura ni elegancia.

Para cuando otra vez se vayan las cigüeñas nos gustará no vivirlo aunque el tiempo nos haya favorecido en madurez y los campanarios altos y los arbotantes se conviertan en canción de musa y en equilibristas de los ocasos.

 

 

 

 

                                                    Ramón Llanes

EL LIBRO

                 EL  LIBRO

 

 

Qué sueño, qué poema, qué conspiración, qué turbulencia, qué profecía, habrán escapado de la  permanencia, desde una página  solapada?. El autor, movido por un resorte de sabiduría, anega campos blanquecinos y somete su inspiración a cualquier voluntad. Lo hace con la fundamentación del pensamiento. Absorto o loco, escribe en letras y vocablos aproximaciones a la realidad, se baña en la ficción, se desmenuza en partículas, grita página a página para no ser oído, solo tenido, quizá llorado, tal vez vivido.

 

El autor se aligera de promesas con errores de cálculo, corrige mil fórmulas nuevas, se entierra en una sangre propia para  resucitar  en los papiros y sufre un parto de primeriza cuando la luz le concede una libertad de tenencia y  puede arrodillarse con adoración sacrílega al hijo encuadernado. El autor no se cansa. El autor, el pro-artífice de una obra esculpida para los hombres, devengará incontrolados placeres desde la creación hasta los adjetivos que le aguardaron , incluidas menos alabanzas de las permitidas y menos halagos de los solicitados.

 

El lector empaña dedos en la recién merecida caricia tributando el primer consentimiento de homenaje, subiéndolo al quicio de su memoria en donde rumia composición, sintaxis y sinónimos hasta destrozarlo por el uso y llevarse jugos y mensajes,apareándose con esa soba de lenguaje que la lectura le proporciona. En la soledad, autor y lector, se alían en la misma historia, sufren juntos y aman juntos con la misma intensidad, se conocerán a su través, les unirá el texto y se entenderán sin rubores. El lector ha de ser amante deseoso, siempre agradeciendo  los órdenes o las delicadezas, para entrar en la salvación del  autor.

 

El libro es una sugerencia a la libertad, a la tolerancia, a la comunicación y a los deseos. Y todos , desde el autor, conspirarán por perpetuidades ; y todos, como enseñantes, eludir rabias y soeces en su contra. Nada más preciado se adora.

 

En una sociedad cercana, alistada a un bienestar que se intenta conseguir, algunos tipos inteligentes, repartirán libros una tarde de primavera al lado de algas marinas y flamencos rosáceos, intensificarán los métodos de la paz en una ciudad cualquiera con nombre antiguo y allí los niños huirán de batallas, asomarán un prólogo a sus narices y pondrán alivios a las discordias del día. Todas las semanas serán fiestas de libros en esa ciudad arropada de historia y las voluntades se desquiciarán en rupturas viejas. Predominará la letra y detrás el entendimiento y luego el saber. En el lugar de la indigencia, criterios y opciones, alternativas de refugio societario compartido.

 

Es, otra vez, tiempo de libros. Devenir a la liturgia de la lectura, llegar a los epílogos de la sed y reencontrarse cara a cara con la felicidad escrita.

 

 

 

 

                                                        Ramón Llanes

DESPERFECTOS

 

 

DESPERFECTOS

 

            Alguien – no sé quién ni me importa ni me parece necesario ni es adecuado para cuanto deseo contar ni tiene utilidad su nombre ni está castigado por eso-, alguien de este mundo o de los mundos de allá o de las esferas llamadas celestes o de los charcos de las estrellas o de la última órbita del planeta anónimo o del infierno que duerme en esa parte desconocida del universo, alguien osado o tal vez cumpliendo órdenes o simulando que es poderoso o que se cree más listo que la luz o un despistado lucero del alba o alguna galaxia distraída o quizá la mano dormida de un dios en horas bajas o quien sea, alguien que no procura entendernos o que no pasó los primeros días de su vida con nosotros o que despotrica del soñar o que nunca tuvo novia o que prefiere la oscuridad, alguien en definitiva que no viste como nosotros ni se afeita ni eructa después del almuerzo ni echa de menos al lupanar del ocaso ni sabe de cosenos ni habla sánscrito, alguien intruso ha lanzado desde no sé dónde un meteorito o lastre o basura nuclear o libros quemados o desesperaciones desde lo más alto de lo más alto y ha creado confusiones en esta parte baja del lodo, aquí en donde nosotros sufrimos la incertidumbre de vivir, aquí en este pueblo pequeño sin luz en las esquinas ni riqueza en las sombras, alguien “sabijondo” ha dejado moverse a un raro ejemplar extraño, de piedra o fuego -¡vaya usted a saber!- que nos ha ocasionado desperfectos en el clima, en la alegría, en la siesta, en el amor y hasta en la hipoteca y nos tiene preocupados al máximo, y no sabemos reaccionar y algunos observan el fútbol sin atención y otros u otras se santiguan por si acaso y se percibe un estrés impropio en los más humanos, que nadie -ni siquiera los alcaldes- saben resolver con cierta dignidad, y andamos resumidos en minúsculas motas de algo desprotegidas siempre de alguien y así nos va por ahora, que a las diez tengo una cena con los amigos y una cita con una amiga y todo cambiará como de la noche al día. ¡Qué calentón!.


Ramón Llanes

TROZOS DE VIDA

 

PRESENTACIÓN DE TROZOS DE VIDA

 

Estos poemas son como un recorrido por la vida cotidiana, con un lenguaje poético que parece proceder de esa voluntad que tienen los poetas para nacer cada vez que amanece.

Con esta definición introduce la prologuista Joaqui Pérez Calero al poeta en esta geografía de la razón lírica; pronostica que el poeta posee un don alentador llamado voluntad para ser capaz de nacer cada vez que amanece. Y es así, la poesía hace que las cosas que no existen nazcan al espacio de los sentidos y se jueguen la vida en el hacedor poema que inventa la emisión del latir.

El poeta ha cortado una rama, ha cantado a un árbol, ha cursado ejercicios de ternuras con la piel y todo lo ha hecho con respeto, con un tono de mezcolanza con la naturaleza, con una dosis magna de complicidad; se ha comprometido con lo humilde, ha bajado de la grandilocuencia que podría otorgarle el rango de escribir para poner las manos sobre otras manos y para acariciar su universo. Y todo, todo, porque Me obsesiona la comunicación, el tú a tú, la mano tendida, la silla baja, el susurro y el encuentro en la amistad. Lo dice así en uno de sus poemas, ese encuentro con la amistad, como si su obsesión fuera incómoda y tratara de superarla a base de entregas de silla baja y de susurros. Lo dice él porque lo siente y sé que no es un sentimiento nuevo que haya aprendido en esta semblanza de sí mismo, el poeta es así desde siempre, solo que es ahora cuando se atreve a memorarlo; es tímido, no se cargó de palabrerías ni de valor para asfaltar las páginas, solo quiso enseñar su cajón escondido, su liturgia, con todos los rasgos de emociones que a él mismo le han proporcionado, desea compartir porque lo vivido en su silencio le parece compartible.

Pero este poemario son Trozos de Vida y el poeta no se queda en sacar su traje y tratar de airearlo, hace una secuencia concreta de su sutilidad porque tiene otra misión más sublime, quizá la segunda parte de su proyecto y lo describe en estos versos: Sabed, que mi búsqueda está en encontrar el cauce de la palabra, de la comunicación. Y a ello dedica la vida versificada que con dignidad y empatía trata de mostrar. Encontrar el cauce de la palabra y acompañarla y seguirla y llegar a la culminación ética de toda palabra que es utilizarla con deleite para comunicarse con los demás y con el cosmos, y entenderse siendo uno más de esa sociedad. Y el poeta quiere descubrir sus códigos de navegación, navegante en su marejada, dice, y continúa sus descripciones íntimas como quien echa de comer a los pájaros en el jardín, con esa naturalidad que los vencejos pueblan la tarde; ya están formados los pilares de sus Trozos pero su proyecto va más allá, también pretende que los otros se impliquen con él en esta aventura de cambiar la tribu y viene a proponer una súplica: A todos, os pido que no faltéis a la cita de este manifiesto, os pido acogida, posada. ¡Qué desfachatez!, no se conforma con llegar y mirarnos con afecto y arrancarnos una emoción, ahora se atreve a meternos en su saco que a modo de manifiesto ha construido para librar al mundo de aquello que él entiende como nocivo y quiere que le acojamos en nuestra posada porque dice que El hambre nos la tenemos que comer juntos, y los pájaros tristes nos darán su gran compañía. ¡Otra osadía!. Nos asusta con alimentarnos de hambre y esto poéticamente es bello pero la amistad a la que aludió al principio se aparta de este extraño proceder. Y proclama que los pájaros tristes nos darán su gran compañía, en un intento de conformarnos y alentarnos para sobrevivir en el empeño.

Hay más, los versos no acaban en un renglón más o menos largo, los versos tienen continuidad en el mensaje y pensamiento en cada palabra. Y lo consigue, sabe de implicaciones humanas, sabe a quién dirige su ejercicio de poeta y sabe que ha plantado en buen lugar sus semillas. Tiene un halago para los suyos, pone actitud de acompañante a quienes van a seguirle en la epopeya del cambio, su proyecto tiene infinidad de sorpresas y no puede dejar atrás a quienes le sobran y con idéntico respeto que a los amados, advierte dulcemente: Otros os quedasteis en el camino, en la virginidad del silencio, en el manifiesto nunca realizado. Parece un castigo a quienes se olvidaron de sus Trozos de Vida para mejorar la existencia, pero solo es una sinfonía en amor mayor que aparece al final de estos signos escritos que antes fueron símbolos y después de vividos son un pentagrama de músicas para esa parte del alma a veces no descubierta.

 

            Ramón Llanes. Huelva 17 abril 2024.

lunes, 22 de abril de 2024